sábado, 25 de octubre de 2008

Sobre la corrección fraterna en el Opus Dei

Nos dice Alejandro (22-10-08) que: “algo hay en la Obra que está creando enfermos, frustración y actitudes poco evangélicas. Y ahora nos proponemos "dignificar la Labor". Aunque sea lo último que hagamos en nuestras vidas”.

Ya que os lo habéis propuesto, os sugiero, a los miembros cuyo portavoz eres, una forma de dignificación que atañe directamente al mandamiento de amar a Dios, que es la Verdad, y al prójimo, que lo es a imagen y semejanza de Dios...


Cuando alguien os llame: “tienes un momento”, “querría decirte una cosa”, o algo similar decid que no, que no lo tenéis, que ahora no podéis, que no te encuentras bien, que luego te busquen. Di lo que quieras, incluso tómate una aspirina o unas vacaciones, pero deja plantado al corregidor. Los estatutos, que son para la Prelatura el “Espíritu del Opus Dei” sancionado por la Iglesia, obligan a ejercer la corrección fraterna, pero no obligan a recibirla. Al menos, no lo dicen así.

La corrección fraterna que se vive en el Opus Dei no parece que sea cosa de Dios, puesto que no se debe condenar, ni juzgar, ni corregir, ni ayudar espiritualmente a nadie sin oírle previamente, sin que exponga sus motivos para hacer lo que hace o para dejar de hacerlo.

¿Nunca? En ningún caso, excepto el más grave de legítima defensa.

La falta de audiencia previa atenta directamente contra la caridad, contra la prudencia, contra la justicia, contra el Evangelio, contra la Iglesia, contra la fraternidad, contra los derechos humanos más evidentes y elementales y contra el mismísimo sentido común.

La corrección busca la verdad. La humildad es la verdad. La defensa de la verdad es, pues, defensa de la humildad. El derecho a la defensa de la verdad nunca puede ser incompatible con la humildad, ni con la corrección. Ni puede venir de Dios la mentira, ni el consentir la falta de verdad. Dios es la Verdad y no se concibe que Él se niegue a Sí mismo.

La corrección fraterna que se practica en el Opus Dei y que está regulada en el punto § 5. Corrección fraterna, del Catecismo, 7ª Edición (2003), resulta extraña a Dios, al cristianismo, a la doctrina de la Fe Católica, a los derechos humanos inalienables e indisponibles, a la naturaleza de las cosas y, en definitiva, al sentido común más elemental del ser humano.
Por eso deforma las conciencias. Por eso tiende a convertir a las personas normales, justas y sensatas en unos auténticos canallas sin conciencia; en unos autómatas alienados sin hálito de vida interior, o con ella perturbada, que es peor. Por eso la propia Institución pierde vitalidad, porque mutila y anula la creación y propagación de vida inteligente en su seno. Las personas sensatas no pueden soportarlo y se van; o las apartan; o enferman. No es tanto lo que pueda ser objeto de corrección fraterna, cuanto lo que supone de carga para las conciencias y para la vida interior.

Caro precio a pagar por la unidad. Caro e injusto. Injusto e inútil, porque ni Dios logró tanto para su Iglesia. No quiso lograrlo porque nos desea libres; libres de verdad y para la verdad, que es cuando tiene verdadero valor y mérito la unidad.
Y la corrección fraterna según el Catecismo de 2003 es DOBLEMENTE extraña, puesto que tampoco se ajusta a lo que prevén los propios Estatutos de la Prelatura en su artículo 91:

“Los fieles de la Prelatura, teniendo presentes las normas de caridad y prudencia, están obligados a ejercer la corrección fraterna, de modo que, cuando sea el caso, se aparten mutuamente de las costumbres que repugnan al espíritu del Opus Dei. 91. Praelaturae fideles, memores normarum caritatis et prudentiae, exercere tenentur correctionem fraternam, ut, in casu, sese mutuo amoveant a moribus, qui spiritui Operis Dei repugnent”

Notad que este artículo NUNCA impone el silencio al recibirla, ni exige al fiel “corregido” que renuncie a su más elemental derecho a defender la verdad o a su conciencia; ni tan sólo exige que se oiga o acepte la corrección. Sin más.

Que nadie vea en estas líneas una crítica al contenido del art. 91. Todos tenemos el derecho y la obligación de colaborar a que las sociedades y las instituciones sean más justas, más humanas y mejores. No, mi objeción no es a lo que dicen los Estatutos, sino a cómo se desarrolla su contenido en la praxis por medio del Catecismo.

Por tanto, el Opus Dei configura de hecho y de derecho en su Catecismo la corrección fraterna como una cuestión de “legítima defensa”, pero referida tanto al bien propio como al de sus miembros. Es decir, la enmarca indudablemente dentro del ámbito disciplinario, no del propiamente ascético, pero atribuyéndole también efectos ascéticos, es decir, confundiendo de nuevo lo que es bueno para la persona (las cuestiones de conciencia) con lo que es bueno para la Institución (las cuestiones de gobierno).

Y lo hace prescindiendo del principio contradictorio, que forma parte inseparable de la virtud de la prudencia y de la virtud de la justicia, anulando al sujeto corregido y sentando un orden disciplinario ajeno a la prudencia y a la justicia.

Por mucha caridad con la que se exija la corrección, no puede haber caridad donde no está primado el interés individual de la persona, sino el de la institución. No puede haber caridad porque no hay verdad.

Saludos para Alejandro y sus amigos.

Mineru.

Extraido de Opus Libros

Fieles Auténticamente extraños II
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viernes, 24 de octubre de 2008

[ Sobre la película Camino ] Javier Fesser: “El Opus Dei ha utilizado para sus fines el calvario de una niña”


Carta abierta al Opus Dei. Javier Fesser


El director Javier Fesser, que se inspiró en su última película, Camino, en la historia de Alexia González-Barros, afirma en una carta abierta hecha pública hoy que el Opus Dei “sí ha utilizado para sus fines el calvario” de esta niña “en clara y desconcertante connivencia con sus familiares”. Javier Fesser responde así a las críticas recibidas por su película, inspirada en la historia de la hija menor de una familia del Opus Dei que falleció de cáncer en 1985 y que está en proceso de canonización. El hermano de Alexia, Alfredo, ya ha respondido a la misiva de Fesser. Sostiene que es “falso” que el grupo religioso haya utilizado a su familia.
El cineasta asegura en su carta que el Opus Dei “sabe perfectamente que esta película no es una frivolidad más sobre sus exóticas costumbres sino que va directa a su corazón (si lo hay) y les muestra tal y como son”. “Seguramente lo que más les desconcierte es el tratamiento objetivo e inusualmente nítido de su modus operandi y les irrite sobremanera comprobar que hasta el último detalle de lo que en Camino se muestra es un reflejo bastante exacto de la realidad, de sus contradicciones y de su insostenible discurso”, apunta el cineasta.
La carta agrega que “quizás algún día los hermanos, tías y sobrinos de Alexia, que me envían dardos envenenados en forma de cartas al director, comprendan esta película y sientan la vergüenza de haberme maltratado ellos a mí. Porque es muy injusto aceptar que un tumor cancerígeno en la vértebra de Alexia fue voluntad de Dios y, sin embargo, esta película, que por cierto no es su biografía, no lo sea”.
 
Texto íntegro de la carta enviada por Javier Fesser
Carta abierta al Opus Dei

Dicen mis amigos que, como era de esperar, el Opus Dei no ha entendido nuestra película. Yo creo que es al contrario. La han pillado tan bien y se reconocen de tal manera en el retrato que de ellos se hace, que no podrían aceptarlo sin echar el cierre al tinglado. Seguramente lo que más les desconcierte es el tratamiento objetivo e inusualmente nítido de su modus operandi y les irrite sobremanera comprobar que hasta el último detalle de lo que en CAMINO se muestra es un reflejo bastante exacto de la realidad, de sus contradicciones y de su insostenible discurso. Y como artistas que son de la contrapropaganda y del anonimato, han utilizado una vez más a Alexia González-Barros y a su familia para desviar inútilmente la atención sobre el tema que más duele en la película: el camino que proponen e imponen a miles de inocentes personas que por una cosa o por otra han terminado enredados en su viscoso entramado pseudoespiritual es un camino a ninguna parte.
El Opus Dei, que sí ha utilizado para sus fines el calvario de una pobre niña adolescente, en clara y desconcertante connivencia con sus familiares, sabe perfectamente que ésta película no es una frivolidad más sobre sus exóticas costumbres sino que va directa a su corazón (si lo hay) y les muestra tal y como son. Qué curioso que en ésta película el Opus Dei salga mal parado y Dios no. ¿No eran la misma cosa? ¿No es el uno la obra del otro? Parece claro que no. Quizás algún día los hermanos, tías y sobrinos de Alexia, que me envían dardos envenenados en forma de cartas al director, comprendan ésta película y sientan la vergüenza de haberme maltratado ellos a mí. Porque es muy injusto aceptar que un tumor cancerígeno en la vértebra de Alexia fue voluntad de Dios y sin embargo ésta película, que por cierto no es su biografía, no lo sea.
Javier Fesser
 
Respuesta de Alfredo González-Barros
Aclaraciones de Alfredo González-Barros a Javier Fesser
Acabo de tener noticia de la carta abierta de Javier Fesser al Opus Dei y, una vez ms, por alusiones, querría aclarar brevemente algunos puntos:
“Me veo en la obligación de dirigirme nuevamente a Javier Fesser para pedirle que, de una vez por todas, deje en paz a la familia González-Barros.
Es completamente falsa la afirmacin de que el Opus Dei haya utilizado a mi hermana Alexia y a mi familia para desviar la atención. ¿Cómo se atreve usted a hablar de connivencia del Opus Dei con mis familiares? Ahora resulta que tampoco podemos defendernos: sólo faltaba que cuando lo hacemos, usted nos acuse de hacerlo al dictado.
Tampoco le parecen sinceras las cartas que otras personas de mi familia están escribiendo, tras sentirse dolidos y utilizados por su campaa de márketing.
Si, como le pedimos desde el principio, usted hubiera retirado la dedicatoria a Alexia González-Barros, nada de esto habría sucedido”.


viernes, 3 de octubre de 2008

Retamar: ¿Hay un cambio de estrategia?.-tomado de www.opuslibros.org

Hermione :

Hace tiempo que visito esta página pero hasta ahora no me he decidido a escribir. El motivo de hacerlo es porque en estas últimas semanas mi preocupación ha subido muchos enteros; la mía y me consta, que también la de muchas otras familias del colegio.

Comenzaré diciendo que tengo a mis hijos en Retamar, obra corporativa localizada en Pozuelo de Alarcón, provincia de Madrid. He tenido a todos mis hijos allí, en general con gran satisfacción por la educación recibida y ahora me quedan dos. De unos años para acá las cosas han cambiado mucho y no precisamente a mejor. Quiero decir que esto que escribo yo lo hemos comentado con bastantes familias, con miembros de la obra incluidos y coincidimos bastante en el enfoque.

En estos últimos cursos hay varias cosas que vienen pasando y contribuyen a mi preocupación...

1. Bastantes profesores del colegio, del orden de decenas, que llevaban muchos años trabajando allí, no pocos de la obra, han ido desapareciendo del centro sin que se tenga una idea clara de los motivos. Pienso por ejemplo en un par de numerarios, con mucho prestigio, buenos educadores, que querían a los chicos y a las familias y nos atendían estupendamente. Además directivos en el colegio.
En su lugar aparecen unos críos de veintitantos años, bastantes de ellos numerarios, cuyo único objetivo en la vida es llevar a los alumnos por los clubes, constituyendo la parte fundamental de su preceptuación con ellos y no otros aspectos educativos de mayor calado y a más largo plazo.

Lea el artículo completo...

La verdad del Colegio Mayor Peñafiel, obra corporativa del Opus Dei en Valladolid

Testimonio de “Aldebarán”,
Ex numerario del Opus Dei que vivió en el
Colegio Mayor Peñafiel


Querida “Oreja de Guardia”:

He visto el artículo de LuzLópez en Opuslibros, y me admira el valor que tiene para hablar del Opus Dei en una ciudad como Valladolid y sobretodo tratándose del colegio mayor Peñafiel… la obra corporativa “estrella” de la delegación.

Llevo unos días pensando en escribir. Me daba miedo que me identifiquen, porque sé perfectamente que ellos (los directores del Opus Dei) siguen al día lo que se publica en Opuslibros. Luego he pensado en mi última entrevista antes de irme del Opus Dei, con J M., vocal de san Miguel de la delegación de Valladolid. No se fiaba de mi, no me escuchaba (no me extrañó), sólo soltaba su discurso. Me dijo un montón de veces que la masturbación es muy mala y la homosexualidad también (¡qué obsesión!) y que si había mantenido relaciones homosexuales o heterosexuales, se lo dijera…

Le conté que la Obra no es para mi y que pensaba (y pienso) que para nadie, le dije que no quería seguir necesitando de pastillas para perseverar…

Volvió a repetirme lo anterior y que seguro que ése era el motivo de que quisiera “perder mi alma para siempre”, “dar la espalda a Dios” y “ser un infeliz ahora y eternamente”… Así, durante dos horas. Cuando me repitió que “el onanismo es una practica repulsiva” y “no digamos lo de los homosexuales”, dijo, me levanté y me fui…

Ya en la puerta me preguntó, como servil, “¿pero no serás tan tonto de ir diciendo cosas malas de la Obra?”. Le respondí que no.

No diré nada malo de la Obra, no faltaré a mi palabra. Voy a decir la verdad, lo que hay, y lo que se hace en el colegio mayor Peñafiel donde he vivido -como numerario del Opus Dei- varios años mientras fue centro de estudios y, después de 2005, cuando se transformó en colegio mayor “abierto”. No acusaré a nadie y omitiré cosas que dejarían muy mal a no pocos de vosotros, directores semidioses del Opus Dei.

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miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los monstruos imponen el 'Camino'

Javier Fesser firma un retrato del Opus Dei que horroriza pero cuya fuerza convence

CARLOS BOYERO


Vi (o más gráficamente, sufrí) Camino en un pase hace dos semanas. En soledad, anhelando que terminara el calvario de la niña que la protagoniza, sintiéndome revuelto en cuerpo y alma. Cuando me preguntan que si me ha gustado, descubro que el término gustar puede ser completamente inapropiado, incluso frívolo para juzgarla. Me horroriza el universo que describe Javier Fesser e imagino que ése era su propósito al desarrollar esta historia de terror, de monstruos manipulando el intolerable dolor de una criatura letalmente enferma, ofreciendo su inmolación con infinita crueldad a un dios desconocido. En mi caso, el director ha conseguido hacerme pasar dos horas infernales, que desvíe la mirada de la pantalla, que pasado el tiempo mantenga en la retina y en el oído la cara y la voz de esa niña, el estupor y el asco hacia la secta de modales suaves, dialéctica meliflua, consignas implacables y fines salvajemente primitivos que la utilizan como sacrificio religioso. Es el precio sensitivo que tengo que pagar como espectador al ser testigo del funcionamiento, los mecanismos psicológicos, la metodología, el anverso y el reverso de los templos del fanatismo, sea éste en nombre de Alá, de Dios o de Satanás. Supondría un alivio imaginar que lo que nos muestran es ficción, una narración sobre princesas desamparadas y villanos indestructibles que mancillan su inocencia y las obligan a corromperse, una batalla entre la luz y la oscuridad en la que forzosamente tiene que aparecer y triunfar el paladín del bien, una fábula convenientemente maniquea con tranquilizador o exaltante final feliz. No lo es. Hasta los habitantes del limbo saben que Javier Fesser está hablando de la Obra, de los principios, comportamientos, rituales, objetivos terrenales y celestiales de una organización religiosa que nunca ha descuidado el poder económico, político y social.
Berlanga nos hizo reír utilizando la sátira con personajes del Opus Dei en la espléndida La escopeta nacional. Esa novela tan eficaz en sus propósitos de comercialidad como chapuceramente escrita titulada El Código Da Vinci consiguió el desgarro de vestiduras y la inhabitual quejumbre pública de los discretos hijos espirituales de Escrivá de Balaguer. La embestida de Javier Fesser contra ellos no tiene formato de comedia ni de intriga, sino de tragedia. Aun más atroz porque las víctimas son niños. Una cría que es pura vida, utilizada como chivo expiatorio para la glorificación de la muerte y de la voluntad de Dios no ya por los mandarines de la secta sino por su propia, ciega y tenebrosa madre, y una hermana a la que estratégicamente lograron robotizar en la adolescencia, en la edad de la incertidumbre.
Sé lo que rechazo en este testimonio tan alarmantemente hermanado con la realidad. Me molesta la visualización machacante de los sueños y las pesadillas de la protagonista, las naturalistas secuencias del quirófano, un cura joven que resulta más caricaturesco que veraz, la excesiva y obsesiva utilización de la música, un desenlace inútilmente alargado. Me enamora demasiado esa cría maravillosa llamada Nerea Camacho como para distanciarme mínimamente de su tortura. Me creo lo que dicen los niños y cómo lo dicen. Me gusta la piedad de Fesser hacia ese padre débil, dubitativo, aterrado e impotente. Y me provocan mucha grima y miedo los apacibles verdugos. Si te obligan a elegir compañías indeseables entre las pavorosas sectas casi prefería a los simpáticos y siniestros ancianitos de La semilla del diablo. Y me entra el mal rollo cada vez que recuerdo Camino, lo cual me hace deducir que posee fuerza, que me ha tocado.
He apreciado el intimismo, la sutileza y la comprensión hacia los personajes de la película japonesa Aruitemo, aruitemo, un reencuentro familiar en el que andan sueltos los fantasmas, las viejas heridas, las medias verdades, la imposible catarsis. Y supongo que el caos que describe la curiosa y deslavazada película palestina El cumpleaños de Laila se parece bastante a la realidad. Y me cuesta recordar algo de la pretendidamente graciosa pero delirantemente boba película francesa Louise-Michel. Y lo que me cuentan en la canadiense Mamá está en la peluquería, los consecuentes traumas que padecen tres hermanos por la rotura de matrimonio de sus padres y la huida de la madre, lo ha hecho con mejor fortuna el cine en bastantes ocasiones. Qué difícil te lo pone la Sección Oficial para entusiasmarte un poco con alguna película. Acabas conformándote con lo que sólo es digno. Y la resignación siempre es cansina.

Publicado originalmente en el diario El Pais 26/09/2008

jueves, 20 de marzo de 2008