sábado, 25 de octubre de 2008

Sobre la corrección fraterna en el Opus Dei

Nos dice Alejandro (22-10-08) que: “algo hay en la Obra que está creando enfermos, frustración y actitudes poco evangélicas. Y ahora nos proponemos "dignificar la Labor". Aunque sea lo último que hagamos en nuestras vidas”.

Ya que os lo habéis propuesto, os sugiero, a los miembros cuyo portavoz eres, una forma de dignificación que atañe directamente al mandamiento de amar a Dios, que es la Verdad, y al prójimo, que lo es a imagen y semejanza de Dios...


Cuando alguien os llame: “tienes un momento”, “querría decirte una cosa”, o algo similar decid que no, que no lo tenéis, que ahora no podéis, que no te encuentras bien, que luego te busquen. Di lo que quieras, incluso tómate una aspirina o unas vacaciones, pero deja plantado al corregidor. Los estatutos, que son para la Prelatura el “Espíritu del Opus Dei” sancionado por la Iglesia, obligan a ejercer la corrección fraterna, pero no obligan a recibirla. Al menos, no lo dicen así.

La corrección fraterna que se vive en el Opus Dei no parece que sea cosa de Dios, puesto que no se debe condenar, ni juzgar, ni corregir, ni ayudar espiritualmente a nadie sin oírle previamente, sin que exponga sus motivos para hacer lo que hace o para dejar de hacerlo.

¿Nunca? En ningún caso, excepto el más grave de legítima defensa.

La falta de audiencia previa atenta directamente contra la caridad, contra la prudencia, contra la justicia, contra el Evangelio, contra la Iglesia, contra la fraternidad, contra los derechos humanos más evidentes y elementales y contra el mismísimo sentido común.

La corrección busca la verdad. La humildad es la verdad. La defensa de la verdad es, pues, defensa de la humildad. El derecho a la defensa de la verdad nunca puede ser incompatible con la humildad, ni con la corrección. Ni puede venir de Dios la mentira, ni el consentir la falta de verdad. Dios es la Verdad y no se concibe que Él se niegue a Sí mismo.

La corrección fraterna que se practica en el Opus Dei y que está regulada en el punto § 5. Corrección fraterna, del Catecismo, 7ª Edición (2003), resulta extraña a Dios, al cristianismo, a la doctrina de la Fe Católica, a los derechos humanos inalienables e indisponibles, a la naturaleza de las cosas y, en definitiva, al sentido común más elemental del ser humano.
Por eso deforma las conciencias. Por eso tiende a convertir a las personas normales, justas y sensatas en unos auténticos canallas sin conciencia; en unos autómatas alienados sin hálito de vida interior, o con ella perturbada, que es peor. Por eso la propia Institución pierde vitalidad, porque mutila y anula la creación y propagación de vida inteligente en su seno. Las personas sensatas no pueden soportarlo y se van; o las apartan; o enferman. No es tanto lo que pueda ser objeto de corrección fraterna, cuanto lo que supone de carga para las conciencias y para la vida interior.

Caro precio a pagar por la unidad. Caro e injusto. Injusto e inútil, porque ni Dios logró tanto para su Iglesia. No quiso lograrlo porque nos desea libres; libres de verdad y para la verdad, que es cuando tiene verdadero valor y mérito la unidad.
Y la corrección fraterna según el Catecismo de 2003 es DOBLEMENTE extraña, puesto que tampoco se ajusta a lo que prevén los propios Estatutos de la Prelatura en su artículo 91:

“Los fieles de la Prelatura, teniendo presentes las normas de caridad y prudencia, están obligados a ejercer la corrección fraterna, de modo que, cuando sea el caso, se aparten mutuamente de las costumbres que repugnan al espíritu del Opus Dei. 91. Praelaturae fideles, memores normarum caritatis et prudentiae, exercere tenentur correctionem fraternam, ut, in casu, sese mutuo amoveant a moribus, qui spiritui Operis Dei repugnent”

Notad que este artículo NUNCA impone el silencio al recibirla, ni exige al fiel “corregido” que renuncie a su más elemental derecho a defender la verdad o a su conciencia; ni tan sólo exige que se oiga o acepte la corrección. Sin más.

Que nadie vea en estas líneas una crítica al contenido del art. 91. Todos tenemos el derecho y la obligación de colaborar a que las sociedades y las instituciones sean más justas, más humanas y mejores. No, mi objeción no es a lo que dicen los Estatutos, sino a cómo se desarrolla su contenido en la praxis por medio del Catecismo.

Por tanto, el Opus Dei configura de hecho y de derecho en su Catecismo la corrección fraterna como una cuestión de “legítima defensa”, pero referida tanto al bien propio como al de sus miembros. Es decir, la enmarca indudablemente dentro del ámbito disciplinario, no del propiamente ascético, pero atribuyéndole también efectos ascéticos, es decir, confundiendo de nuevo lo que es bueno para la persona (las cuestiones de conciencia) con lo que es bueno para la Institución (las cuestiones de gobierno).

Y lo hace prescindiendo del principio contradictorio, que forma parte inseparable de la virtud de la prudencia y de la virtud de la justicia, anulando al sujeto corregido y sentando un orden disciplinario ajeno a la prudencia y a la justicia.

Por mucha caridad con la que se exija la corrección, no puede haber caridad donde no está primado el interés individual de la persona, sino el de la institución. No puede haber caridad porque no hay verdad.

Saludos para Alejandro y sus amigos.

Mineru.

Extraido de Opus Libros

Fieles Auténticamente extraños II
[Anterior]

viernes, 24 de octubre de 2008

[ Sobre la película Camino ] Javier Fesser: “El Opus Dei ha utilizado para sus fines el calvario de una niña”


Carta abierta al Opus Dei. Javier Fesser


El director Javier Fesser, que se inspiró en su última película, Camino, en la historia de Alexia González-Barros, afirma en una carta abierta hecha pública hoy que el Opus Dei “sí ha utilizado para sus fines el calvario” de esta niña “en clara y desconcertante connivencia con sus familiares”. Javier Fesser responde así a las críticas recibidas por su película, inspirada en la historia de la hija menor de una familia del Opus Dei que falleció de cáncer en 1985 y que está en proceso de canonización. El hermano de Alexia, Alfredo, ya ha respondido a la misiva de Fesser. Sostiene que es “falso” que el grupo religioso haya utilizado a su familia.
El cineasta asegura en su carta que el Opus Dei “sabe perfectamente que esta película no es una frivolidad más sobre sus exóticas costumbres sino que va directa a su corazón (si lo hay) y les muestra tal y como son”. “Seguramente lo que más les desconcierte es el tratamiento objetivo e inusualmente nítido de su modus operandi y les irrite sobremanera comprobar que hasta el último detalle de lo que en Camino se muestra es un reflejo bastante exacto de la realidad, de sus contradicciones y de su insostenible discurso”, apunta el cineasta.
La carta agrega que “quizás algún día los hermanos, tías y sobrinos de Alexia, que me envían dardos envenenados en forma de cartas al director, comprendan esta película y sientan la vergüenza de haberme maltratado ellos a mí. Porque es muy injusto aceptar que un tumor cancerígeno en la vértebra de Alexia fue voluntad de Dios y, sin embargo, esta película, que por cierto no es su biografía, no lo sea”.
 
Texto íntegro de la carta enviada por Javier Fesser
Carta abierta al Opus Dei

Dicen mis amigos que, como era de esperar, el Opus Dei no ha entendido nuestra película. Yo creo que es al contrario. La han pillado tan bien y se reconocen de tal manera en el retrato que de ellos se hace, que no podrían aceptarlo sin echar el cierre al tinglado. Seguramente lo que más les desconcierte es el tratamiento objetivo e inusualmente nítido de su modus operandi y les irrite sobremanera comprobar que hasta el último detalle de lo que en CAMINO se muestra es un reflejo bastante exacto de la realidad, de sus contradicciones y de su insostenible discurso. Y como artistas que son de la contrapropaganda y del anonimato, han utilizado una vez más a Alexia González-Barros y a su familia para desviar inútilmente la atención sobre el tema que más duele en la película: el camino que proponen e imponen a miles de inocentes personas que por una cosa o por otra han terminado enredados en su viscoso entramado pseudoespiritual es un camino a ninguna parte.
El Opus Dei, que sí ha utilizado para sus fines el calvario de una pobre niña adolescente, en clara y desconcertante connivencia con sus familiares, sabe perfectamente que ésta película no es una frivolidad más sobre sus exóticas costumbres sino que va directa a su corazón (si lo hay) y les muestra tal y como son. Qué curioso que en ésta película el Opus Dei salga mal parado y Dios no. ¿No eran la misma cosa? ¿No es el uno la obra del otro? Parece claro que no. Quizás algún día los hermanos, tías y sobrinos de Alexia, que me envían dardos envenenados en forma de cartas al director, comprendan ésta película y sientan la vergüenza de haberme maltratado ellos a mí. Porque es muy injusto aceptar que un tumor cancerígeno en la vértebra de Alexia fue voluntad de Dios y sin embargo ésta película, que por cierto no es su biografía, no lo sea.
Javier Fesser
 
Respuesta de Alfredo González-Barros
Aclaraciones de Alfredo González-Barros a Javier Fesser
Acabo de tener noticia de la carta abierta de Javier Fesser al Opus Dei y, una vez ms, por alusiones, querría aclarar brevemente algunos puntos:
“Me veo en la obligación de dirigirme nuevamente a Javier Fesser para pedirle que, de una vez por todas, deje en paz a la familia González-Barros.
Es completamente falsa la afirmacin de que el Opus Dei haya utilizado a mi hermana Alexia y a mi familia para desviar la atención. ¿Cómo se atreve usted a hablar de connivencia del Opus Dei con mis familiares? Ahora resulta que tampoco podemos defendernos: sólo faltaba que cuando lo hacemos, usted nos acuse de hacerlo al dictado.
Tampoco le parecen sinceras las cartas que otras personas de mi familia están escribiendo, tras sentirse dolidos y utilizados por su campaa de márketing.
Si, como le pedimos desde el principio, usted hubiera retirado la dedicatoria a Alexia González-Barros, nada de esto habría sucedido”.


viernes, 3 de octubre de 2008

Retamar: ¿Hay un cambio de estrategia?.-tomado de www.opuslibros.org

Hermione :

Hace tiempo que visito esta página pero hasta ahora no me he decidido a escribir. El motivo de hacerlo es porque en estas últimas semanas mi preocupación ha subido muchos enteros; la mía y me consta, que también la de muchas otras familias del colegio.

Comenzaré diciendo que tengo a mis hijos en Retamar, obra corporativa localizada en Pozuelo de Alarcón, provincia de Madrid. He tenido a todos mis hijos allí, en general con gran satisfacción por la educación recibida y ahora me quedan dos. De unos años para acá las cosas han cambiado mucho y no precisamente a mejor. Quiero decir que esto que escribo yo lo hemos comentado con bastantes familias, con miembros de la obra incluidos y coincidimos bastante en el enfoque.

En estos últimos cursos hay varias cosas que vienen pasando y contribuyen a mi preocupación...

1. Bastantes profesores del colegio, del orden de decenas, que llevaban muchos años trabajando allí, no pocos de la obra, han ido desapareciendo del centro sin que se tenga una idea clara de los motivos. Pienso por ejemplo en un par de numerarios, con mucho prestigio, buenos educadores, que querían a los chicos y a las familias y nos atendían estupendamente. Además directivos en el colegio.
En su lugar aparecen unos críos de veintitantos años, bastantes de ellos numerarios, cuyo único objetivo en la vida es llevar a los alumnos por los clubes, constituyendo la parte fundamental de su preceptuación con ellos y no otros aspectos educativos de mayor calado y a más largo plazo.

Lea el artículo completo...

La verdad del Colegio Mayor Peñafiel, obra corporativa del Opus Dei en Valladolid

Testimonio de “Aldebarán”,
Ex numerario del Opus Dei que vivió en el
Colegio Mayor Peñafiel


Querida “Oreja de Guardia”:

He visto el artículo de LuzLópez en Opuslibros, y me admira el valor que tiene para hablar del Opus Dei en una ciudad como Valladolid y sobretodo tratándose del colegio mayor Peñafiel… la obra corporativa “estrella” de la delegación.

Llevo unos días pensando en escribir. Me daba miedo que me identifiquen, porque sé perfectamente que ellos (los directores del Opus Dei) siguen al día lo que se publica en Opuslibros. Luego he pensado en mi última entrevista antes de irme del Opus Dei, con J M., vocal de san Miguel de la delegación de Valladolid. No se fiaba de mi, no me escuchaba (no me extrañó), sólo soltaba su discurso. Me dijo un montón de veces que la masturbación es muy mala y la homosexualidad también (¡qué obsesión!) y que si había mantenido relaciones homosexuales o heterosexuales, se lo dijera…

Le conté que la Obra no es para mi y que pensaba (y pienso) que para nadie, le dije que no quería seguir necesitando de pastillas para perseverar…

Volvió a repetirme lo anterior y que seguro que ése era el motivo de que quisiera “perder mi alma para siempre”, “dar la espalda a Dios” y “ser un infeliz ahora y eternamente”… Así, durante dos horas. Cuando me repitió que “el onanismo es una practica repulsiva” y “no digamos lo de los homosexuales”, dijo, me levanté y me fui…

Ya en la puerta me preguntó, como servil, “¿pero no serás tan tonto de ir diciendo cosas malas de la Obra?”. Le respondí que no.

No diré nada malo de la Obra, no faltaré a mi palabra. Voy a decir la verdad, lo que hay, y lo que se hace en el colegio mayor Peñafiel donde he vivido -como numerario del Opus Dei- varios años mientras fue centro de estudios y, después de 2005, cuando se transformó en colegio mayor “abierto”. No acusaré a nadie y omitiré cosas que dejarían muy mal a no pocos de vosotros, directores semidioses del Opus Dei.

Seguir leyendo

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los monstruos imponen el 'Camino'

Javier Fesser firma un retrato del Opus Dei que horroriza pero cuya fuerza convence

CARLOS BOYERO


Vi (o más gráficamente, sufrí) Camino en un pase hace dos semanas. En soledad, anhelando que terminara el calvario de la niña que la protagoniza, sintiéndome revuelto en cuerpo y alma. Cuando me preguntan que si me ha gustado, descubro que el término gustar puede ser completamente inapropiado, incluso frívolo para juzgarla. Me horroriza el universo que describe Javier Fesser e imagino que ése era su propósito al desarrollar esta historia de terror, de monstruos manipulando el intolerable dolor de una criatura letalmente enferma, ofreciendo su inmolación con infinita crueldad a un dios desconocido. En mi caso, el director ha conseguido hacerme pasar dos horas infernales, que desvíe la mirada de la pantalla, que pasado el tiempo mantenga en la retina y en el oído la cara y la voz de esa niña, el estupor y el asco hacia la secta de modales suaves, dialéctica meliflua, consignas implacables y fines salvajemente primitivos que la utilizan como sacrificio religioso. Es el precio sensitivo que tengo que pagar como espectador al ser testigo del funcionamiento, los mecanismos psicológicos, la metodología, el anverso y el reverso de los templos del fanatismo, sea éste en nombre de Alá, de Dios o de Satanás. Supondría un alivio imaginar que lo que nos muestran es ficción, una narración sobre princesas desamparadas y villanos indestructibles que mancillan su inocencia y las obligan a corromperse, una batalla entre la luz y la oscuridad en la que forzosamente tiene que aparecer y triunfar el paladín del bien, una fábula convenientemente maniquea con tranquilizador o exaltante final feliz. No lo es. Hasta los habitantes del limbo saben que Javier Fesser está hablando de la Obra, de los principios, comportamientos, rituales, objetivos terrenales y celestiales de una organización religiosa que nunca ha descuidado el poder económico, político y social.
Berlanga nos hizo reír utilizando la sátira con personajes del Opus Dei en la espléndida La escopeta nacional. Esa novela tan eficaz en sus propósitos de comercialidad como chapuceramente escrita titulada El Código Da Vinci consiguió el desgarro de vestiduras y la inhabitual quejumbre pública de los discretos hijos espirituales de Escrivá de Balaguer. La embestida de Javier Fesser contra ellos no tiene formato de comedia ni de intriga, sino de tragedia. Aun más atroz porque las víctimas son niños. Una cría que es pura vida, utilizada como chivo expiatorio para la glorificación de la muerte y de la voluntad de Dios no ya por los mandarines de la secta sino por su propia, ciega y tenebrosa madre, y una hermana a la que estratégicamente lograron robotizar en la adolescencia, en la edad de la incertidumbre.
Sé lo que rechazo en este testimonio tan alarmantemente hermanado con la realidad. Me molesta la visualización machacante de los sueños y las pesadillas de la protagonista, las naturalistas secuencias del quirófano, un cura joven que resulta más caricaturesco que veraz, la excesiva y obsesiva utilización de la música, un desenlace inútilmente alargado. Me enamora demasiado esa cría maravillosa llamada Nerea Camacho como para distanciarme mínimamente de su tortura. Me creo lo que dicen los niños y cómo lo dicen. Me gusta la piedad de Fesser hacia ese padre débil, dubitativo, aterrado e impotente. Y me provocan mucha grima y miedo los apacibles verdugos. Si te obligan a elegir compañías indeseables entre las pavorosas sectas casi prefería a los simpáticos y siniestros ancianitos de La semilla del diablo. Y me entra el mal rollo cada vez que recuerdo Camino, lo cual me hace deducir que posee fuerza, que me ha tocado.
He apreciado el intimismo, la sutileza y la comprensión hacia los personajes de la película japonesa Aruitemo, aruitemo, un reencuentro familiar en el que andan sueltos los fantasmas, las viejas heridas, las medias verdades, la imposible catarsis. Y supongo que el caos que describe la curiosa y deslavazada película palestina El cumpleaños de Laila se parece bastante a la realidad. Y me cuesta recordar algo de la pretendidamente graciosa pero delirantemente boba película francesa Louise-Michel. Y lo que me cuentan en la canadiense Mamá está en la peluquería, los consecuentes traumas que padecen tres hermanos por la rotura de matrimonio de sus padres y la huida de la madre, lo ha hecho con mejor fortuna el cine en bastantes ocasiones. Qué difícil te lo pone la Sección Oficial para entusiasmarte un poco con alguna película. Acabas conformándote con lo que sólo es digno. Y la resignación siempre es cansina.

Publicado originalmente en el diario El Pais 26/09/2008

jueves, 20 de marzo de 2008

miércoles, 26 de diciembre de 2007

La situación actual del Opus Dei en España


Publicado originalmente por escriBa, el 2 de marzo de 2007 en opusluibros.org



La campaña de las 500 vocaciones de numerarios y agregados por Región y Sección ha quedado definitivamente relegada en el olvido. No sólo porque no se hayan conseguido los objetivos marcados sino porque los métodos lamentables que se emplearon han sido contraproducentes. Bueno, los –funestos- métodos han sido los de siempre, aunque aplicados de un modo mucho más férreo y descarado...



Los 500 y un nombramiento ad hoc

El 19 de octubre de 2002, en el contexto del séptimo Congreso General ordinario de la Prelatura, Ramón Herrando fue nombrado Vicario Regional de España. Sustituyó a Tomás Gutiérrez, que había desarrollado ese cargo desde 1984. Unos meses después de su nombramiento el Prelado le explica, en primicia, en qué consistiría la campaña de los 500 y, como para que al nuevo Vicario no le faltaran motivaciones, añadió: si no pitan, te decapito.

Ahora produce risa cuando se explica en la obra que el Padre no nos pidió 500 vocaciones, sino que nos dijo que teníamos que trabajar y rezar tanto como para que la Obra incrementara su labor aproximadamente en esa cifra... o los 500 es como un horizonte que tenemos que contemplar pero no un objetivo concreto...

Volvamos a los acontecimientos. Ramón Herrando –con el poderoso estímulo de perder su puesto- se comprometió con el Prelado en conseguir las 1.000 vocaciones cuanto antes, entre 2004 y 2005, ya que la Región de España es guía y modelo para todas las demás Regiones de la Obra. La intención fue iniciar la campaña de los 500 en España antes que en las demás Regiones y antes de comunicarlo a todos los miembros de a pie. Si las cosas iban bien en la Región primogénita de la Obra, sería más fácil levantar los ánimos pesimistas o derrotistas, en especial de la nomenclatura dirigente.

Se acuñó un concepto muy discutible que ha estado circulando por todas las Delegaciones, Comisión y Asesoría: Hay que acelerar los tiempos. Este término eufemístico lo he oído muchas veces de labios del propio Vicario Regional y hasta a Guillaume Derville, Director Espiritual Central. Ramón Herrando, con su escuadrón de Directores Mayores, comenzó un discreto tour por toda España visitando los Centros de Estudios para enardecer los ánimos y para hablar con Vicarios, Directores, Vocales, Encargados, Delegados, etc. Así iniciaba siempre su discurso: el Padre está preocupado porque sus hijos de España se están aburguesando... y terminaba con la transmisión del requerimiento divino de los 500.

La presión proselitista se vuelve contra la Obra

En 2004 se hizo público de puertas adentro que el Padre estaba pidiendo 500 vocaciones y la presión proselitista se radicalizó más que nunca. La presión partió de arriba –del Prelado- y en línea descendente se fue intensificando con métodos y técnicas. En estas afiladas tácticas es donde Javier Echevarría intentaba sustentar su afirmación –obsesivamente repetida desde 2002- de que en la Obra estamos en tiempos de expansión.

En las siniestras Reuniones de San Rafael semanales muchos de los jóvenes de Casa de cada Centro, junto con los miembros del Consejo local, han estado despachando las intimidades más sagradas de cada objetivo apostólico. Rellenando fichas, informes, y defendiendo a cada candidato/a a convertirse en objeto de los esfuerzos proselitistas del Centro a base de airear confidencias de modo salvaje. ¿Quieres que tratemos apostólicamente a Zutanito?, pues bien: ¡defiéndelo! Este modo de proceder extraordinariamente descarado y llevado a cabo con tanta torpeza por una nutrida piara de esos Directores mediocres ha dado al traste con la última ocurrencia apostólica del Prelado.

Finalmente parece que fue afortunada la expresión de Ramón Herrando: acelerar los tiempos, ya que la campaña de los 500 ha servido –en definitiva- para acelerar el proceso de degradación en que está sumida la Prelatura. La presión proselitista ha sido fuente de enfrentamientos y tensiones dentro de la Obra, los –pocos- frutos que se obtuvieron se han marchitado prematuramente, con la contrapartida de un gran número de bajas entre los más jóvenes a los que estos métodos (expresados tan a las claras) les partía la conciencia.

En realidad, muchos se plantean si el objeto de la campaña de los 500 era realmente conseguir esa cifra de vocaciones o –más bien- crear un slogan positivo e ilusionante con el que dar un objetivo (un sentido) al Opus Dei tras la canonización del Fundador. Un objetivo iluso y quimérico con el que entusiasmar y desviar la atención de los problemas reales que ad intra tiene la institución. De hecho, de un modo sospechoso, frecuente e intencionadamente, desde arriba, se ha difundido el bulo de que estamos a punto de llegar a los 500; algo totalmente falso.

El inesperado golpe de timón decretado desde Roma

Parece que los Directores Mayores de Roma no tuvieron demasiada confianza en conseguir esas 500 vocaciones. Cuando todas las Delegaciones estaban buscando hasta debajo de las piedras a los 50 numerarios necesarios para llenar cada Centro de Estudios por Sección y cuando –por ejemplo- Ramón Herrando acababa de escribir a los Vocales de San Rafael aquella carta pidiendo cartas (A por las 500 vocaciones) en agosto de 2005, desde el Gobierno Central se dio un golpe de timón desconcertante. En verano de ese año llegó de Roma la orden de cerrar definitivamente la mitad de los Centros de Estudios de la Región y abrirlos como Colegios Mayores a partir de septiembre (de 2005). O sea: de la noche a la mañana.

La Región llevaba años forcejeando con Roma para que le permitieran cerrar definitivamente varios Centros de Estudios sin conseguirlo, por lo que ese golpe de timón del Gobierno Central de la Obra pilló a todos por sorpresa. Es más: por la campaña de los 500 –por ejemplo- se mantuvieron abiertos los Centros de Estudios de Galicia, aunque sólo hubiese un numerario; el de Sevilla, con dos; y el de Valladolid con tres; y se volvió a abrir el de Zaragoza, cerrado un par de años antes. Se ordenó cerrar los que acababan de ser reabiertos y los que debían haberse cerrado años antes. ¿No es esto de locos?

El golpe psicológico por la violenta medida, después de haber creado tantas expectativas, fue muy traumático. Desde 2005 muchos de las sedes de los Centros de Estudios cerrados se han transformado en Colegios Mayores abiertos y, para concentrar fuerzas, se han cerrado muchos otros Centros de la labor con universitarios. Para poner en marcha estos nuevos Colegios Mayores se ha llevado a cabo una impresionante campaña de marketing y una inversión económica muy fuerte, en cuya gestión han intervenido especialistas del IESE de la Universidad de Navarra, bajo la dirección de la Comisión Regional.

Se ve que la inversión en medios y esfuerzo no es ninguna broma. Ha sido necesario cerrar muchos Centros de universitarios para poder tener una mínima cantidad de numerarios que puedan atender estos nuevos Colegios Mayores y emplear mucho dinero en reformas. ¿Los resultados? Poco esperanzadores. El primer curso (2005/2006) permanecieron casi vacíos puesto que no hubo tiempo para hacer promoción por lo precipitado del golpe de timón decretado desde Roma. El curso actual (2006/2007) ha estado precedido de una fuerte campaña de marketing que se ha notado, pero la cifra de residentes en estos nuevos Colegios Mayores no ha superado los 10 ó 12 porque no hay numerarios en edad universitaria suficientes como para poder admitir a más residentes sin exponerse a perder el control.

Sin embargo –con todo- las gestiones para conseguir colegiales no han sido sencillas. Se ha tirado de estructura, haciendo promoción en los Colegios de secundaria y Centros del Opus Dei, ya que el perfil que se busca es el de jóvenes que ya hayan estado en contacto con la Obra anteriormente a través de alguna institución educativa, familiares, etc. Pero como esta tarea tampoco se presentaba muy prometedora, la Obra –que ha de saber sacar provecho de todo- ha estado utilizando a sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz para que, en los lugares donde ejercen su Ministerio, dirijan y conduzcan –así se ha indicado- a los jóvenes que traten, a estos Colegios Mayores del Opus Dei.

O sea que –una vez más- lo que busca la Prelatura son plantas de invernadero, personas que no conozcan nada más allá de los límites del Opus Dei, que vivan y se muevan en ese ambiente. Es decir: todo lo contrario de aquello de José María Escrivá de que no somos plantas de invernadero. Vivimos en medio del mundo, y hemos de estar a todos los vientos, al calor y al frío, a la lluvia y a los ciclones... (Forja, 792). Lo que se ha explicado es que las primeras promociones de colegiales son determinantes para el futuro de esas instituciones porque en un Colegio Mayor los que dan ambiente y los que tiran hacia arriba son los residentes veteranos. Muy bien, pero no deja de ser extraño (cuando menos) que haya que emplear a los sacerdotes agregados y supernumerarios para persuadir a sus feligreses de que acudan a un Colegio Mayor de la Obra como parte de su labor de almas, y más cuando se trata de una indicación dictada desde arriba.

La realidad es que en el Opus Dei hay muy poca confianza en poder convencer (seducir) a una persona ajena al mundo hermético de la Obra y por eso siempre se buscan los objetivos más fáciles.

La lógica absurda de la estrategia de la Comisión Regional

Pero es que, al tiempo que se abren nuevos Colegios Mayores - los Centros de Estudios cerrados, mutatis mutandi - se cierran o se reforman radicalmente Colegios Mayores históricos del Opus Dei por falta de alumnos, como Moncloa, La Estila, Miraflores o Guadaira. Mientras imponentes edificios se trocean para transformarlos en pequeños Centros de personas mayores, invirtiendo mucho dinero para reformar lo reformado hace pocos años cuando se pretendía hacer estos Colegios Mayores históricos más competitivos; se promocionan los nuevos gastando también muchísimo dinero. Y todo esto en una época en la que la tradición de los Colegios Mayores se está extinguiendo en la Universidad española.

No hay caso tan chocante como el de Santiago de Compostela donde el Centro de Estudios cerrado (la Residencia universitaria Coimbra, cuyo edificio se terminó en los años 80 y nunca ha estado lleno) y el gigantesco Colegio Mayor La Estila (abierto en 1948, el segundo de la Obra tras Moncloa) están ambos en la misma calle, la Avenida de Coimbra, y uno en frente del otro. ¿Qué hacer con el edificio del Centro de Estudios de Galicia? Nadie lo sabe, ya que La Estila hace muchos años que está al 15 por 100 de su capacidad, con miles de metros cuadrados sobrantes y ya hubo en él una reforma para modernizar las habitaciones de los residentes que vino seguida de una contrarreforma para cambiar lo que se acababa de reformar y hacer un par de Centros de San Gabriel.

La cifra de numerarios sigue descendiendo pese a todos los esfuerzos

En la actualidad los Centros de Estudios supervivientes alojan cada a uno a menos de 20 numerarios sumando las dos promociones y la mayoría –y los mejores- se salen de la Obra al terminar esos dos años de especial formación. Sin ir más lejos el Centro de Estudios de Pamplona (Mendaur, de varones) ha perdido la mitad de sus residentes estas pasadas navidades.

De las 10 Delegaciones del Opus Dei en España: Madrid-oeste, Madrid-este, Barcelona, Valencia, Granada, Sevilla, Galicia, Valladolid, Pamplona y Zaragoza, mantienen su Centro de Estudios las de Madrid-este, Barcelona, Valencia, Pamplona y Granada. Las restantes Delegaciones tienen que enviar a sus candidatos al Centro de Estudios más cercano y esperar que desde Comisión les asignen numerarios jóvenes recién salidos del horno. El reparto de jóvenes de San Miguel ha generado tensiones, desconcierto y caos. A una Delegación, el año pasado, se le asignaron 3 jóvenes numerarios varones que deberían llegar a sus nuevos Centros en septiembre de 2006, como muy tarde. No llegaron y –claro- todos los Directores de la Delegación en pie de guerra puesto que habían estado echando cuentas para estirar del todo a esos jóvenes tan necesarios. La respuesta de Comisión: pues... que no hay. Y es verdad.

Y ahora, ¿qué?

En definitiva, este es el panorama apostólico de la Región de España del Opus Dei. La campaña de los 500 ha sido contraproducente en todos los sentidos: ha reventado y agotado a muchos, a otros ha escandalizado y para todos ha supuesto una fuente de frustraciones y sufrimientos. La perseverancia ha descendido sobretodo entre los jóvenes y se ha impuesto un ambiente de desilusión y derrotismo. Contemplando la realidad de la Región de España se entiende hasta qué punto las teorías de los de la AOP para dar una imagen de éxito y de expansión, tienen la misma credibilidad que el cuento de la lámpara de Aladino.

Ahora lo que el Opus Dei pretende es arrimarse a nuevas familias jóvenes en edad de procrear y empezar a hacer la labor desde cero. Con muy pocos y muy críticos supernumerarios jóvenes y una generación prácticamente perdida en su totalidad para la labor de San Miguel, no queda más remedio que tratar a nuevas familias para –el día de mañana- tener liquidez suficiente en los Centros de San Rafael.

Del mismo modo que se comienza en un nuevo país, así tiene que recomenzar el Opus Dei tras 80 años en España. Ahora en la Región de España se cumple literalmente aquella frase de José María Escrivá: en la Obra, siempre, en los comienzos.

Poderoso caballero es don Dinero: ya se han puesto en marcha muchos nuevos Colegios de primaria y secundaria; (aunque Escrivá dijo que el Opus Dei no tendría colegios para no igualarse a los religiosos y religiosas) y una incipiente red de guarderías para aprovechar la oportunidad de tratar a familias jóvenes en las que el padre y la madre trabajen fuera de casa y no puedan encargarse de sus hijos pequeños, una situación tan frecuente en la España actual. Así –con paciencia y con destreza- conseguir introducirse en esas familias y ganar a los hijos a través de los padres que no sospechan la trama que se teje a su alrededor.

Otro cartucho que está quemando el Opus Dei es el de la profesionalización de la Asociación de Cooperadores. Para llevar a cabo todos estos proyectos de infraestructura (de palanca material, de dinero) son necesarios muchísimos recursos y una buena fuente la constituyen las personas que cooperan económicamente con la Prelatura. Por ejemplo, una buena manera de conseguir una contundente inyección económica es crear una Fundación de ayuda a la enseñanza católica, para que aquellos padres que deseen que sus hijos se eduquen en un Colegio católico puedan llevarlos allí aunque no tengan recursos. Esto es muy bonito si no fuera porque luego –extraoficialmente- se añade que los únicos colegios verdaderamente católicos de España son los del Opus Dei y el dinero de la Fundación será para becar sólo y exclusivamente a alumnos de esos Centros educativos de la Obra.

Sin exagerar podría decirse que en la Región de España se considera que cada vocación supone una determinada inversión económica, que a base de gastar dinero en una persona creando las guarderías donde criarle, los colegios para educarle, los clubs para distraerle, las convivencias para recrearle, las residencias para alojarle, las parroquias para catequizarle, las asociaciones donde emplearle, editoriales para adoctrinarle, universidades donde licenciarle, etc; puede conseguirse, del modo mejor, la vocación al Opus Dei.

Como es necesario tanto dinero - Madre, yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado..., que diría Quevedo- se ha reestructurado la Asociación de Cooperadores porque todos los medios, para una Obra tan derrochadora, se quedan cortos. Más aún, se ha estado tratando el tema de aprovechar a los ex miembros en buen plan para bien del Opus Dei y se está buscando la fórmula para que la Obra pueda apoyarse en los ex miembros -¡lo nunca visto!- nombrándoles Cooperadores. Muy de puertas adentro, se despacha este tema: la Obra tiene que aprender a hacer la labor en los lugares donde lleva mucho tiempo y donde hay muchas personas que han sido de Casa, hay que encontrar la manera de apoyarse en estas personas sin que por ello parezca que la infidelidad a la vocación es una nadería.

Se ha indicado que de oficio las personas que dejen el Opus Dei cuasi in oculto, sobretodo si es a iniciativa de la Prelatura, sean nombrados Cooperadores aunque el interesado no lo sepa, a menos que diga que no expresamente. Así se busca dar rentabilidad a tantos que se salen de la Obra y se consiguen futuros colaboradores; y –mejor que mejor- se puede dar la imagen de esa bendita experiencia, que no deja de ser una gracia especial de Dios: los que abandonan su vocación mantienen siempre un cariño grande a la Obra; es lógico que sigan amando lo que amaron.

Claro, hay que encontrar el equilibrio necesario para que las personas que han sido de Casa puedan seguir colaborado con la Obra, es necesario esforzarse en tratarles bien (sin familiaridades), en que se sientan a gusto. Lo que pasa es que ese equilibrio no es sencillo porque o mandas al infierno a los que se han salido del Opus Dei, o te expones a que los que siguen dentro de la Obra se animen a irse. En fin, ya se sabe que el pecunio ...hace propio al forastero, poderoso caballero es don Dinero.

Como el apostolado y proselitismo en el Opus Dei han dejado de ser una aventura divina para convertirse, más bien, al género de suspense y terror; se está insistiendo mucho en otras cuestiones, en otras tareas ocupacionales para que los miembros de la Obra que no puedan gastar sus energías en el proselitismo –no hay materia prima- tengan algo que hacer. En el séptimo Congreso de la Prelatura de 2002, verbigracia, se decidió encomendar a la Sección de mujeres la tarea de influir especialmente en el mundo de la moda y a la Sección de varones influir en el mundo del deporte y del cine. Con todo esto llega a veces a parecer que el Opus Dei se encuentra ad portas de convertirse en una sociedad mercantil de activismo social.


Seguir leyendo